¿No podría arrepentirme,
pedir perdón, confesarme
y ya en gracia permitirme
una eutanasia..., morirme
y sin pecado salvarme?
Si uno puede dar su vida
en un acto de heroísmo
por cualquier causa perdida
¿no podría el suicida
dársela a Dios por sí mismo?
Pues si la mayor empresa
del hombre es la salvación,
y lo que más le interesa
es no ser del Diablo presa
¿no está ahí la solución?
Morir en gracia sería
lo que la Iglesia con tanta
fe nos pide noche y día.
Por tanto yo llamaría
a tal eutanasia... santa.
Si es santo aquel que procura
ir de Ti, Señor, en pos
su muerte, aunque prematura,
dando una gloria segura
¿no le será grata a Dios?
Si Tú optaste por morir
pudiendo evitar la muerte
y no quisiste vivir...
¿por qué no has de permitir
correr yo tu misma suerte?
Tú has dicho: “El supremo amor
es morir por los hermanos...”
¿por qué, entonces, es peor
morir por uno, Señor,
en propias o extrañas manos?
Ser valiente es una suerte
que ayuda mucho a vivir;
ante el miedo hay que ser fuerte,
lo terrible de la muerte
es saber que hay que morir.
Me dicen que en adelante
viva pensando en morir…
yo, creyente y practicante,
veo más edificante
morir… pensando en vivir.
Si he nacido porque sí
y de esa misma manera
puedo decir que viví,
después de ver lo que vi
lléveme Dios cuando quiera.
Mi buen Dios, yo quiero verte
y siempre te estoy rogando
que me digas de qué suerte
puedo adelantar mi muerte.
Y Dios me dice: ¡esperando!
Si es verdad que la aspirina
algunos dolores calma
y hasta a quitarlos atina…
¿habrá alguna medicina
para cuando duele el alma?
El misterio de la vida
en la muerte es tan oscuro
que no hay mente que la mida;
cuando busco la salida
siempre choco con un muro.
Por eso, tendré saldada
mi deuda con el Señor.
Y que al fin de la jornada
a nadie le deba nada
más que caridad y amor.
2 comentarios:
Precioso poema. Es cierto: debería existir un remedio como la aspirina para curar el alma.
Bienvenido a Blogger. Besinos
Me ha gustado mucho...
Un abrazo! :)
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