DOMINGO XX
18-VIII-2019 (Lc. 12. 49-53) C
En un mundo en el que tanto se habla
de paz, el evangelio de hoy puede causar sorpresa. Una vez más aflora en él ese
Jesús paradójico y desconcertante, un Jesús que dice “¿paz? no, división, guerra…” Y esto aplicado nada menos que al
mismo corazón de la sociedad, a la misma familia: “el padre contra el hijo, la hija contra la madre, 1a suegra contra la nuera…”. Y una vez más,
aunque nosotros también solemos provocar enfrentamientos en nombre de la paz,
el modo de pensar de Jesús no coincide con el nuestro. Su guerra no es la nuestra y su paz no es la
misma paz de la que habla el mundo, la paz que los gobiernos pregonan a los
cuatro vientos y hasta la misma Iglesia, en determinados momentos de la
Historia.
Jesús no anda
con paños calientes, Él va al grano, a la raíz del mal, sin dorar la píldora,
por eso su palabra es más conflictiva, “como
espada de dos filos".
En algunos anuncios que se leen en
la prensa diaria para reclutar representantes de productos y vendedores de tal
o cual marca, se exigen una serie de condiciones, tales como tener tal edad, llevar tantos años de experiencia, disponer de coche propio, haber hecho el servicio militar y suelen añadir a
menudo la palabra agresividad... Un
vendedor agresivo es aquel que, sin herir aparentemente susceptibilidades, sin
molestar, es capaz de insistir e insistir hasta vender la mercancía.
Algo de esto pide Jesús a sus discípulos cuando oran: “Llamad y se os abrirá…”, y esto no sólo
con respecto a Dios, sino también en todas nuestras relaciones... Nos dirán a
menudo: “¡Dejadnos en paz...!”, Pero
el creyente deberá insistir siempre “oportuna
e inoportunamente”.
Algunos movimientos juveniles de
matiz cristiano fueron los que dieron pie hace años, a la llamada Revoluci6n de Jesús, revolución que
considera a Jesucristo, dentro de su sencillez característica, un superstar, un líder y un subversivo a lo divino.
Se hizo popular un cartel que
apareció publicado por primera vez en una revista undergraund americana y que, empleando el estilo de los wanted (“se busca”) a tal delincuente, venía a decir: “Se busca a Jesús, alias el Mesías, conocido dirigente de un movimiento
clandestino de liberación, practica la medicina sin permiso, fabrica vino y re
parte pan sin la debida autorización. Se mete con los comerciantes arrojándolos
de sus lugares de venta en el templo. Se asocia con conocidos criminales,
vagabundos, radicales subversivos, prostitutas y gente de mal vivir, pretende
convertirlos en Hijos de Dios… Señas personales: Viste a lo hippie, lleva pelo
largo, usa barba y viste túnica y sandalias. Anda por aldeas y suburbios, se
declara enemigo de los ricos, a veces desaparece en el desierto. Es
extremadamente peligroso, incendiario, pues dice: fuego vine a traer. Su
mensaje es especialmente peligroso para los jóvenes. Cambia a las personas y se precia de hacer
hombres libres… Todavía anda suelto por ahí…”.
Si hoy no supiéramos quién fue Jesús y qué quería decir con su mensaje
nos hubiéramos creído el cartel. Más bien la sociedad de hoy es contradictoria y
paradójica esta sociedad anclada en el confort y en el egoísmo, que rompe el
sueño de un niño a las ocho de la mañana para enjaularlo durante ocho horas en
una guardería, a veces sabe Dios en qué manos. Una sociedad que obliga al
obrero pacifista a ganar su pan trabajando en una fábrica de armas e incluso a
manifestarse cuando la Empresa pretende su cierre patronal o lock out, una sociedad que obliga al
ciudadano a apretarse el cinturón mientras los gobernantes despilfarran el
erario público en gastos suntuarios e incluso en guerras fratricidas y
estúpidas, con ¡vete tú a saber qué fines!, malversando la riqueza común y
empobreciendo de ese modo cada día más a sus respectivos países.
Son las paradojas de la vida
contrapuestas a las del Evangelio y que no queda más remedio que encajar. Y si
las del Evangelio no las entendemos: tales como el que Jesús fuese mansamente
subversivo, pacíficamente revolucionario, dulcemente conflictivo... mucho más
difícil será comprender las que la vida en común nos depara. Los fariseos,
celosos cuidadores del orden, vigilantes mantenedores de la paz, fueron
precisamente los verdugos y asesinos del Señor. Y la historia sigue.
La paz no se impone, la paz tiene
que brotar del corazón y esto exige violencia pero ejercitada contra nosotros
mismos. Era necesario que Cristo hablara así de vez en cuando: “conmigo o contra mí”, era preciso que
Cristo tomara el látigo en sus manos una vez por todas y “arrojase del templo a los
mercaderes…”. Necesitábamos que
Cristo hablara alguna vez de lucha y guerra, de fuego y de violencia... En una
ocasión leí unas manifestaciones del Obispo
de Nicaragua que decían: “Hay
momentos en la Historia en los que no queda más remedio que empuñar las
armas...”. Si queremos es una paradoja más, pero necesaria para poder
gritarle a Nietzsche que la
resignación que pide el Cristianismo no es una resignación cobarde y pasiva
sino activa y combativa aunque siempre a favor y en bien de la paz.
“Fuego vine a traer…”, fuego que empieza encendiendo el corazón…, ese es el fuego de
Dios. Es preciso leer y revisar el
Evangelio entero no para acomodárnoslo sino para acomodarnos nosotros a él, que
trata de luchar en paz contra las injusticias que son la causa y la raíz de
tantas guerras. Si echamos una ojeada a los discursos de los Premio Nobel de la
paz, ciñéndonos únicamente a los que tienen que ver directamente con Cristo y
su evangelio, veremos que todos insisten en lo mismo...
John Mott, teólogo
y dirigente cristiano estadounidense, que recibió el premio Nobel en 1946,
acierta al plantear la guerra según los criterios de Jesús: “Estamos emplazados
para emprender una guerra mejor planificada, más agresiva y más triunfar contra
los enemigos seculares de la Humanidad: la ignorancia, la pobreza, la
enfermedad, las contiendas y el pecado….”.
El P. Georges Pire, dominico belga premiado en 1958, en su discurso en
Oslo no habló de tolerancia sino de mutua comprensión, de mutuo respeto: “…Cada hombre está obligado a actuar según
su conciencia. Si mi vecino no tiene la
misma opinión que yo ¿quién me da derecho a hacer de él un ser de mala fe? … Santo Tomás de Aquino escribió a propósito de las opiniones
diferentes en materia religiosa: ´Si alguno cree de buena fe que hace mal al
servir a Cristo, y lo sirve, comete un pecado grave´”.
A favor de la no violencia y frente
al apartheid recibe el galardón en
1960 el sudafricano Albert John Lutul
y en 1964 recibe el mismo galardón otro clérigo negro, Martín Lutero King, apóstol
de la no violencia en América y que pagó con su vida su postura. Decía en su
discurso: “Después de mucho reflexionar
he llegado a la conclusión de que este premio entraña el profundo conocimiento
de que la no violencia es la respuesta para la crucial pregunta moral y
política de nuestro tiempo: la necesidad de que el hombre supere la opresión y
la violencia sin recurrir a las armas y a la opresión. Civilización y violencia
son conceptos antitéticos. Los negros de Estados Unidos, siguiendo al pueblo de
la India, han demostrado que la no violencia no es pasividad estéril, sino una
poderosa fuerza moral que actúa por la transformación social. Antes o después
todo el mundo descubrirá un camino para vivir juntos en paz… Para conseguirla
el hombre debe elaborar un método… que recuse la venganza, la agresión, y las
represalias. El amor es el fundamento de ese método…”. De algún modo viene
también a dar respuesta a la pregunta de Élie
Ducommun, suizo, y Nobel en 1902, que se preguntaba: “La guerra es un mal, lo sabemos todos, pero ¿con qué sustituirla
cuando una solución amistosa parece imposible?
Será una mujer, la Madre Teresa, religiosa yugoslava, Nobel de la paz 1979, quien se acerque más a
la doctrina de Jesús. En su
discurso, lleno de citas evangélicas, afirmaba: “No basta con decir: Amo a Dios, pero no al prójimo. San Juan dijo que
somos unos mentirosos si decimos que amamos a Dios pero luego olvidamos al
prójimo”.
Es una corta nómina de personas cuyo
lema ha sido luchar por la paz, sin citar los grupos juveniles que en el País
Vasco mantuvieron algún tiempo estos mismos programas de acción no violenta, luchando contra
el odio con el odio al odio, con la violencia de la no violencia. “No hay peor cuña que la de misma madera”
se podría decir aquí también. Y Todo ello se inspira en las palabras de Jesús y sobre todo en la postura que
mantuvo durante su vida. Parece una paradoja... Es que todo el Evangelio lo es,
aunque nos cueste trabajo entrar por ello, pero esa fue la fuerza que le hizo
extenderse tan rápidamente por tantos corazones y llegar en su difusión hasta
los últimos confines de la tierra y hasta nuestros propias días, hasta aquí
mientras hemos estado recordándole… Jmf.
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