jueves, 6 de diciembre de 2018


INMACULADA CONCEPCIÓN.  8-XII-2018 C


La fiesta que hoy celebramos se remonta al menos al s. VIII y tuvo su origen en Oriente. Hacia el s. IX se celebraba en Irlanda el día 3 de mayo. Inglaterra empezó a conmemorar esta festividad en el s. XI extendiéndose, a partir de 1128, a todos los monasterios anglosajones. Este dogma, que consiste, no en que María concibió virginalmente a Jesús, sino en que Ella fue limpia de todo pecado desde el primer instante de su concepción, ya había arraigado en toda la Iglesia desde antiguo. Como dijo san Cirilo de Alejandría en el Concilio de Efeso (431) : “¿Quién oyó nunca que un arquitecto que fabrica su casa ceda su ocupación primero a su enemigo?”.

Pío IX declaró esta verdad dogma de fe a petición de los teólogos el día 8 de diciembre de 1854.  En España tuvo, si cabe, aún mayor resonancia que en ningún otro país hasta el punto de que el rey Carlos III creó una condecoración, que es muy apreciada, en honor de María. Y por si ello fuera poco hace un suplicatorio a Roma para que se proclame “Patrona y abogada de estos reinos y de las Indias ... a la Soberana Señora en el misterio de su Concepción”. Roma otorga el privilegio el día 8 de noviembre de 1760 por medio de la Bula “Quantum ornamenti”.  Desde entonces se añadió a la letanía lauretana la invocación “Mater Inmaculata”.

En alguna ocasión hemos hablado de la relación que guarda nuestra parroquia de Miranda con la historia de este dogma, si tenemos en cuenta que Carreño Miranda, nacido en La Lleda en 1614 y muerto en Madrid en 1685, pintor de cámara de Carlos II y Mariana de Austria, tiene entre sus cuadros nada menos que unos 90 dedicados a la Inmaculada, además de alguno dedicado a Santo Domingo de Guzmán, a Santa Ana, a San Isidro, a San Damián, etc., santos todos relacionados con nuestra parroquia. Esta tradición mariana entre los pintores arranca de Juan de Juanes y sobre todo de sor Isabel de Villena que imagina a la Purísima como una Asunción rodeada de los símbolos que canta la Letanía Lauretana. (Ambos dogmas guardan íntima relación según el dicho “Inmaculata ergo asumpta”.

Juan de Juanes pinta a María mirando al espectador y con las manos en actitud de orar. El s. XVIII fue una explosión de colorido y de fervor.  Los temas más repetidos son precisamente los que tratan de la Pasión y de la Inmaculada.  Sobresale sin duda alguna, entre los pintores, Murillo.  Pero también Carreño Miranda y a partir de 1662, la pinta profusamente, vestida de blanco y cubierta con manto azul, morena y joven, de ojos grandes, pelo negro y abundante cayéndole por los hombros, la mirada elevada al cielo, las manos una en el pecho otra hacia la tierra o bien recogiendo el manto, los pies sobre un globo terráqueo que debiera ser luna, coronada por doce estrellas como la mujer que se describe en el Libro del Apocalipsis, y rodeada de ángeles niños en torno a una luna apenas sugerida. Pero no sólo en la pintura sino desde la misma Teología, la Universidad, los gremios, las ordenes militares... todos parecen querer competir en el modo de cómo honrar mejor a la Purísima.

En cuanto a la Literatura también la honra y celebra de diversas formas. Calderón de la Barca la describe en un Auto sacramental bajo el nombre de “La hidalga del Valle”. En la representación aparece el Placer discutiendo con la Culpa y el Furor, en un necio empeño de injuriar a María.  Cuando llega el momento en que se habla de este dogma la Culpa ataca argumentando: Si María nació sin pecado entonces no pudo ser redimida por la sangre de su Hijo.  El Placer se queda pesaroso y pensativo, más pronto encuentra solución a la dificultad: cava un hoyo en el suelo y luego lo camufla con retamas y hierbas.  Llega el Furor y cae en la trampa del hoyo.  El Placer lo saca.  Mas cuando llega la Culpa el Placer la detiene antes de caer.  Por lo tanto la Culpa ha sido más favorecida que el Furor:
 “Una atención, un cuidado
  me habéis costado los dos:
  Vos porque caísteis, vos
  porque no os dejé caer.
 Pues sí esto hace mi poder
¿qué no hará el poder de Dios?...”.

Pocos hogares habrá que de una forma u otra, desde el cuadro de un calendario hasta una pintura más valiosa, no hayan visto alguna vez colgado de sus paredes una imagen de la Purísima. Al pueblo llano, a la gente sencilla siempre le ha impresionado este dogma. Todos hemos oído cómo los mendigos antes al llamar a una puerta solían hacerlo con el clásico “¡Ave María Purísima!”. Una buena tarjeta de presentación ante cualquier buen cristiano. Por ello se podía leer en el dintel de algunas casas un azulejo con leyendas como esta:
¡Jesús! ¡Y qué mal haría
el que en esta casa entrara
y por olvido dejara
de decir: Ave María!.
Como también quien, oída
palabra tan celestial
no respondiera puntual:
Sin pecado concebida!

Otra manifestación de este Dogma en nuestra parroquia fue la Cofradía que bajo la advocación de “Hijas de María Inmaculada” funcionó bastantes años, prácticamente hasta el Concilio Vaticano II que cambió un tanto el rumbo de este tipo de asociacionismo.
La Cofradía se fundó en Miranda el día 1 de diciembre de 1897 y empezó con 50 cofrades y una de las últimas presidentas fue Natalia Nuevo que todos recordamos con afecto y simpatía.  No sé por qué estos dogmas tan hermosos han perdido hoy un todo el vigor de que hicieron gala en otros tiempos, acaso por que no hemos sabido acomodarlos a la mentalidad moderna. Pero algo habría que hacer para reconvertir y fomentar esta devoción entre la gente y sobre todo entre la juventud, para quienes todas estas virtudes parece que hoy están de más.  Habría que recordarles obras clásicas como “La sonata de Kreutzer” en la que León Tolstoy elogia sin ambages la castidad dentro del matrimonio, o lo que dijo Walt Disney a propósito de la películas escandalosas: “Cada vez que sale al mercado una película pornográfica yo gano dinero”. Otra novelista americana Barbara Cartland, abuela de Lady Di, escribía a propósito de este tema en el periódico londinés “The Times”: “Soy autora de novelas cuyas heroínas son siempre muchachas que aprecian la virginidad.  Me dicen los editores que debo modernizarse, escribir sobre el divorcio y el amor no santificado.  Me niego.  Soy autora best seller y la venta de mis novelas en dos años han alcanzado la cifra de setenta millones de dólares (unos 7.000 millones de pts. De entonces ) Si me preguntan por qué respondo: Porque aún no he encontrado un hombre que no quiera que su esposa sea distinta de las chicas complacientes con las que le gusta divertirse. Y porque tampoco he hablado con una mujer que no ansíe el amor embelesado y avasallador de un hombre que la adore. Es a la mujer idealizada a la que el hombre pone en un altar secreto e idolatra como esposa, como madre, como guía y como compañera...”. Es una cita un poco larga pero creo que, viniendo de una autora con tal índice de ventas, merece la pena escucharla. Necesitamos no dejarnos arrastrar por la moda. Miles de fieles, muchos de ellos jóvenes, asistieron ayer noche a la Vigilia de la Purísima en toda España consistente en unos actos especiales en honor de María a los que el Papa envía cada año una especial bendición.  En Sevilla también bailan hoy en la nave central de la catedral, los seises, hoy en honor de la Inmaculada, al son de aquella copla que se viene repitiendo desde 1615:
“Todo el mundo en general
a voces, Reina escogida,
diga que sois concebida
sin pecado original”.

Y lo mismo en cientos de ciudades. En todas las culturas ha habido un culto especial por la mujer virgen: las vestales de Roma que mantenían día y noche el fuego sagrado del Capitolio, las vírgenes del sol en Chile (Los Araucos), las vírgenes del aire portadoras del fuego en la mitología finlandesa recogida en el poema Kalevada del poeta Elías Loenrot (1928), etc., Hoy, desgraciadamente, volvemos a adorar la serpiente como se hizo antiguamente en muchos pueblos, y de nuevo la serpiente vuelve a tentarnos con la manzana envenenada del engaño.  María aplastó su cabeza al llegar a la vida sin mancha de pecado y permanecer siempre inmaculada.  Por muchas vueltas que dé el mundo siempre en el fondo del corazón estará esa aspiración universal de encontrar en todas partes y que con tanto afán buscamos: más justicia, más fraternidad y más limpieza de alma y corazón, más pureza.  De ahí que no deberíamos olvidar aquella oración tan hermosa que de niño habremos recitado tantas veces:
“Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea,
pues todo un Dio se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
virgen sagrada María,
te ofrezco desde este día
alma vida y corazón.
¡Mírame con compasión!
¡No me dejes, Madre mía!”.

Y si acaso esta nos pareciera un poco larga siempre tenemos el recurso de acudir a la jaculatoria clásica tantas veces repetida y hoy poco a poco olvidada:
¡AVE MARÍA PURISINA,
SIN PECADO CONCEBIDA!”.
Jmf

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