lunes, 18 de marzo de 2019


SAN JOSÉ. 19-III-2019. C

Aunque ya no es fiesta laboral y el Sr.  Obispo dispensó a los católicos del precepto de oír la santa Misa, para muchas personas hoy sigue siendo un día singular, o si lo preferimos, sigue siendo una fiesta con tres conmemoraciones especiales, pues festejamos:
En primer lugar al José del Evangelio, el esposo de María. San Mateo nos dice que “era un hombre justo”. Esto lo podemos deducir de su actitud ante los hechos y hechos graves. Por ejemplo:
Cuando cae en la cuenta de que su esposa espera un niño, de cuya concepción él no tenía noticia, no la juzga, y tenía razones para hacerlo al menos aparentemente, ni la increpa, la respeta y trata de buscar una solución coherente a sus principios. Ello nos lleva a descubrir el amor que le tenía pues según San Pablo: “El amor es comprensivo, disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no acaba nunca” (I Cor. 13, 8). Es más, se fía de ella, confía y por eso antes de juzgarla determina irse de casa, alejarse para no herirla. Fue la primera tentación que sufrió un matrimonio cristiano de conato se separación. Y esto sucedió nada menos que en una familia que lleva el título de sagrada. Fue la primera tentación de divorcio. Más aún, cuando el niño tenía doce años se les va del hogar y tienen que andar buscándolo durante tres días. Es también la primera tentación que sufre un hijo de escapar de la tutela paterna y también la consiguiente reprimenda de los padres al hallarlo: “Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados....; ¿por qué nos has hecho con nosotros?”. José fue un hombre justo. Estuvo siempre en su puesto.
Una segunda celebración, que aunque si bien se traslada al domingo también podemos contemplarla en esta fecha, es la del Día del Seminario. La razón es porque José, de alguna forma, fue el primer formador de un sacerdote, su hijo, sumo y eterno sacerdote. Tanto hoy  como el domingo son días en los que debemos pedir muy especialmente por nuestros seminaristas.
Todo joven lleva de algún modo un sacerdote en su interior, pero tenemos que saber descubrirlo. Nos lo viene a recordar aquella anécdota que cuenta José Luis Martín Descalzo sobre el niño que, habiendo contemplado un gran bloque de mármol y después la hermosa escultura de un caballo que un tallista hizo con él preguntó cómo se podía explicar eso. Y alguien le respondió: “Es que el caballo estaba dentro”. No sé si fue Aristóteles o Miguel Angel, quien dijo que “esculpir una talla es ir quitándole a la madera o a la piedra, es decir a la materia, todo aquello que les sobra”, no añadir sino desbastar, quitar. Tenemos tantos dones ocultos que se necesita una mano experta, la mano de nieve de la que habla el poeta, “que sepa arrancarlos”. Y curiosamente el escultor no suele añadir nada, únicamente quita.
Decía el escritor francés Charles Du Bois que “formar un alma es el más duro trabajo que existe”. En el Seminario se preparan los futuros sacerdotes, su formación no sólo depende de los profesores sino que depende un poco de todos nosotros pues todos podemos colaborar a forjar un sacerdote no sólo tratando de despertar vocaciones, sino ayudándolas con nuestras oraciones y también ¡cómo no? con nuestra aportación económica.
Todo eso se puede hacer realidad  el día del Seminario. Cuántas veces se ha repetido la frase atribuida a Raner o a Malraux de que el siglo XXI o será místico o no será…, es decir que o potenciamos el mundo del espíritu o estamos llamados a desaparecer. El sacerdote es uno de esos motores que deben impulsar esta evangelización. Para ello necesitamos que surjan vocaciones, cultivarlas y arroparlas.
Finalmente hoy se celebra otra fiesta, aunque más bien promocionada por las grandes cadenas comerciales en función del regalo consiguiente, que por la misma Iglesia. Se trata del día del padre. Hammlet para elogiar a su padre no encontró otra expresión que decir: “Era un hombre”. Pues bien, un hombre que además es padre tiene una gran misión que llevar a cabo en la familia y en el mundo.
Hoy es muy difícil este oficio. Los tiempos se complican, los hijos se nos van, algunos se pierden, a otros es difícil buscarles un empleo al llegar a la edad de ponerse a vivir. Ya sé que desde aquí poco podremos hacer en esos campos pero sí podemos pedirle a Dios que nos ayude e ilumine para encontrar caminos, derroteros, soluciones a tantos problemas que de día en día nos acechan y acechan a la juventud. Napoleón acostumbraba a decir que a un niño se le educa veinte años antes de nacer, es decir educando a sus padres, ayudándoles a encontrar soluciones, palabras, caminos...
Finalmente en cuanto a la devoción que debemos tener a este gran santo bastaría recordar las palabras de Santa Teresa de Jesús que, habiendo recobrado la salud por intercesión de este santo, después de haber estado bastante enferma poco después de tomar los hábitos, solía recomendar a sus monjas de esta forma: “Sabiendo por experiencia la maravillosa influencia que tiene san José con Dios, aconsejo a todo el mundo que honre con especial devoción al santo”. Ella misma, de los diez y siete conventos que fundó, doce los dedicó a San José y en los demás ponía su imagen en lugar destacado para que fuese así honrado.
Hubo por los años veinte aquí en Miranda, un sacerdote al que la gente conocía con el nombre de Don Paco. Este hombre solía predicar con bastante insistencia la devoción al santo. Los que lo conocieron recuerdan que solía contar en sus sermones una curiosa historieta. Un devoto de san José murió y se fue al cielo, pero san Pedro no quería dejarlo entrar por ciertas faltas que él consideraba debían ser purgadas. Estando en estas se oyó una voz desde el fondo de los cielos que gritó: “¡Pedro! ¡Déjalo pasar! ¿No ves que ye devoto mío, hombre?”. Era la voz de San José. De esa forma pretendía inculcar aquel párroco esta devoción entre la gente.
Tres conmemoraciones en un día que ha dejado de ser fiesta de precepto entre nosotros, pero no por eso debe ser menos recordado:
1.- La devoción al santo que por ser padre nutricio de Jesús, alguna influencia tendrá ante su hijo, creo yo.
2.- En segundo lugar el Día del Seminario, un día de oración para que surjan vocaciones que puedan seguir alentando la fe de nuestros Pueblos. Por ellos oración y limosna que estando como estamos en Cuaresma puede servir para cumplir ambos fines. Aquí la Colecta tendrá lugar el próximo domingo.
3.- Finalmente el día del padre, aspecto acaso un tanto comercializado pero que el cristiano debe santificar dedicando en este día una oración especial por todos aquellos hombres que llevan sobre sus espaldas el peso de la paternidad con el fin de que sepan salir airosos en la difícil tarea de educar a sus hijos. Y esto vamos a pedirlo hoy también por intercesión del Patriarca san José.

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