miércoles, 21 de marzo de 2018


MARZO, 22, 1958.-
Muchas gracias Luisa, Carmen, Inma...,. Con todo, en aquellos días algunos "levitaban" -no era para menos-, para otros en cambio responder a la llamda era deambular a ciegas por la oscura noche sanjuanera entre el temor y el dilema,,., entre el temblor y la lduda. Yo me llevé la mano a la frente preguntándome: "pero ¿qué vas a hacer...?". La víspera había escrito unos versos que leí días después en una solemnísima jvelada que tuvo lugar en el salón de actos, atestado de alumnos y gente de la calle, y presidida por el Arzobispo y claustro de profesores.
Estos son los versos... entre la duda y la llamada que tuve la osadía de leer, y que luego publicaron un poco retocados...

DIARIO ÍNTIMO DE UN ORDENANDO 
Si caeci essetis non haberetis peccatum”
(Si fuerais ciegos no tendríais pecado) (Jn. 9,41)

   Hoy me puse a pensar junto a mis horas
y a soñar al compás de  su silencio.
Hoy me he recogido como el ave
que busca en la oquedad aislamiento,
abriéndome hacia mí, haciendo sitio
para entrar muy adentro.
¡Tantas horas lejanas..., tantos días...,
tantos años que han muerto...!

   Ahora cambiará su curso del río,
romperá un cauce nuevo,
pasará acariciando nuevas piedras,
rompiendo y repitiendo el mismo beso
sobre las hojas ya tan muertas
orilladas al borde del recuerdo.

   Mañana brillará otro sol tan alto
como éste. Mañana los aleros
tendrán sobre los pájaros dormidos
otra lluvia de cantos. Casi siento
ahora que estoy ya con toda el alma
tocando las fronteras de mis sueños
subírseme la sangre vida arriba
y anidárseme al cuello...
¿Quién me mandó tocar tantas estrellas?
¿Qué voy a hacer con mis dos manos luego?
Tu sangre, Dios, tu sangre, mis dos labios...
toda me arde con extraño fuego,
tus ojos, mi ilusión, tanto camino,
mis pies pronto tus pies, todo mi cuerpo.

   Hoy quería pensar, pero no pude.
Hace ya tantas horas que no pienso,
y voy, como los niños a la escuela
a fuerza de costumbre... ¿Qué secreto
te llevó embarcarme a mí en Tu empresa?
No sé si me conoces. No comprendo
por qué Tú que eres sabio e infinito
fuiste un niño tremendamente bueno
escogiéndome a mí.

   Hoy quise hablarte,
decirte un poco más de esto que siento,
tocar con mis palabras tu palabra,
(acaso soy un loco sin saberlo),
quizás en un momento de locura
ignoré lo que hice .... quizá luego
apenas recordaba vagamente
la firma que estampé y el juramento
¡No me puedes, Señor, exigir cuentas!
¡No supe lo que hice lo confieso!

   Y siento mi pasado estremecido.
Y siento a todo el mundo allá muy lejos,
y tú, Señor, tan cerca,
descansando en tus obras satisfecho,
sintiéndote feliz entre estas manos,
queriendo hacerlas llaves de tu reino
¿Por qué te has vuelto loco, oh  Dios,
 y ante la diosa de mi nada ateo?

   Ayer te lo grité con toda el alma
al verte agonizar en el madero.
Y vi que se me abrían tus dos brazos,
vi tu boca entreabierta, vi tu pecho
y quise gritar más... y mis palabras
no encontraron respuesta. Comprendieron
que estaban tus oídos ya cerrados
ciegamente a mis voces sin remedio.
Entonces, (te lo digo hoy de rodillas
sintiendo en mí un nuevo nacimiento),
quise huir gritando
-burlado mi esperar,- gritar huyendo:
¡¡Eres un niño, Dios, eres un niño...
dormido en el más crítico momento!!

   ¡Quiero gritar más fuerte! Que me oigan
las estrellas de todo el firmamento:
Me acerco como un loco hacia tu mesa,
no se si de temor o sufrimiento,
me acercó como un ciego que no sabe
lo que tiene que hacer con el recuerdo,
¡no fui libre, Señor, Tú me has llamado,
me obligaba a seguirte tu silencio,
tu nunca decir nada...!,
soy un pobre viajero
que llegó a la estación del “para siempre”
en el tren inconsciente del deseo.

   Ya sabes quien fui yo y cómo han sido
mis íntimos problemas, mis  secretos.
Tú sabes la alegría de mis horas
y el perfil de mi antiguo sufrimiento.
Yo sólo sé que soy de barro,
que porté un beso extraño en algún tiempo
y que ha puesto en mi alma hoy tu llamada
un poco de misterio.

   Yo sé que he preguntado localmente,
que Tú no has dicho nada. Sé que el cielo
entero consintió.
Yo te he seguido,
y aunque estás ya conmigo ... tengo miedo.

José Manuel Feito
1958

No hay comentarios: