sábado, 31 de marzo de 2018

VIGILIA PASCUAL.- La Resurrección, un misterio de fe, difícil de creer y más difícil aún de explicar. Y sin embargo, como en la "noche oscura" del poeta, podríamos también decir: ¡... ,oh noche amable más que la alborada!;/ ¡oh noche que juntaste / Amado con amada, /amada con Amado transformada” (San Juan de la Cruz).
ç

VIGILIA PASCUAL.- ( 10: 00 noche 31-III-2018).


En el Credo recitamos un dogma que, como sabemos muy bien, es el centro y eje de nuestro cristianismo: “Y resucitó al tercer día, según las Escrituras”. Cada día repetimos en laMisa después de la consagración: “¡Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús!”.
Cristo resucitó al tercer día, según las Escrituras ¿Qué quiere decir esto? Oigamos lo que dice el teólogo Smith: “Para un judío resucitar al tercer día significaba salir de la tumba sin haber experimentado la corrupción. Siguiendo la mentalidad de aquel tiempo (hoy lo propugnan muchos de los parasicólogos y especialistas en ciencias ocultas al hablar del “cuerpo astral” y su separación del cuerpo material en el momento de la muerte) el alma se separaba del cuerpo no antes del cuarto día, y era a partir de entonces cuando el cuerpo empezaba a corromperse”. Por eso le dice Marta a Jesús con motivo de la muerte de su hermano Lázaro y tratando de disuadirle deque ya no hay nada que hacer: “lleva ya cuatro días enterrado... ya huele mal”, es decir, su alma ya no está en su cuerpo.
Para un judío, Jesús, al resucitar al tercer día no conoció la corrupción. Pero Cristo sigue vivo aún, con una vida distinta, en un plano diferente, aunque en el plano de la vida. Y además vive entre nosotros, por eso lo estamos celebrando esta noche. Nosotros mismos podemos vivir en varios planos de vida: así cuando dormimos parecemos muertos pero estamos vivos, si soñamos o sufrimos éxtasis también estamos vivamos aunque vivamos otro mundo, otras experiencias y hasta con otra personalidad, y finalmente cuando está ausente la persona amada la tenemos presente aunque de otra forma, son modos de vivir distintos y a veces muy subjetivos pero no por ello menos reales. Cristo muerto y resucitado sigue vivo. No consiste en tener que probarlo históricamente. Si un día se pudiera demostrar con documentos que Jesús resucitó la fe no cumpliría aquí misión ninguna. Pero la fe está presente. Y Cristo sigue vivo porque aún después de dos mil años sentimos aquí su presencia entre nosotros, o deberíamos sentirla, esta noche de Pascua, pues de lo contrario seguiríamos en un eterno Viernes de Dolor, como siguen todos aquellos que no creen.
El día antes de que Albert Camus recibiera el premio Nobel de Literatura le hicieron una entrevista. Una de las preguntas era:
-¿Qué opina usted de Jesucristo?
La respuesta fue la siguiente:
-”No veo por qué no voy a confesar la emoción que siento ante Cristo y su doctrina. No tengo más que respeto hacia su persona, en cambio no creo en su resurrección”.
Esto mismo fue lo que le sucedió a san Pablo en el areópago de Atenas. Todos escuchaban con atención su discurso hasta que se le ocurrió decir la frase fatídica: “Dios va a juzgar el Universo por medio de un hombre... a quien ha acreditado resucitándole de entre los muertos” (Act. 17, 31-32). Dice san Lucas el autor de Los Hechos, que cuando oyeron “resucitándole de entre los muertos” casi todos se levantaron de sus asientos, unos burlándose de él y otros prometiéndole irónicamente: “mañana te oiremos”.
Para nosotros, acostumbrados a escuchar y a repetir mil veces esta gran verdad ya no nos puede escandalizar. Incluso hasta la podemos encontrar relativamente fácil de aceptar y de creer. El fallo es luego cuando tenemos que adaptar nuestra vida a esa verdad, cuando hay que actuar de acuerdo con lo que de ella se desprende. Para muchos Cristo todavía sigue colgado del madero, lo mismo que la tarde del Viernes Santo.
Para los primeros cristianos creer suponía un cambio radical en su vida, un cambio en el modo de pensar y por consiguiente en el modo de actuar. Creer suponía resucitar a una vida nueva y diferente, llena de paz y de ilusión. No sé quién dijo: “El día más perdido de todos es aquel en el que no haya sonreído ni una sola vez”. Sin embargo caminando por la calle te encuentras con un montón de caras largas, de gente estresada, malhumorada y agresiva, unos por no tener trabajo, otros por tener pluriempleo, unos por querer llegar antes, otros por no querer ceder el paso, la cosa es no vivir y no dejar vivir. Seguramente por eso crece y crece el número de muertos por infarto, por trombosis o por accidentes de tráfico. Y lo malo es que no tenemos trazas de cambiar. Tenía razón aquella pintada del Mayo del 68 parisino en la Universidad de la Sorbona: “Si piensas como vives terminarás viviendo como piensas”.
Esta noche, en la que conmemoramos la Resurrección, Cristo nos invita a resucitar con Él. Entonces sí tendrá sentido el que nos deseemos mutuamente ¡Felices Pascuas!, ya que Pascua en hebreo significa precisamente “paso” o “tránsito”, en este caso simbolizando el paso de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, del destierro a la Tierra Prometida, del pecado a la vida de la gracia.
¡Felices Pascuas!, pues a todos, o como dirán estos días, según es allí costumbre, los cristianos ortodoxos: ¡Cristo ha resucitado! Que así sea.

No hay comentarios: