miércoles, 17 de abril de 2019

                                     
LÁMPARA DE JUEVES SANTO
Romance a la lámpara-símbolo, sobre el altar mayor de la iglesia
de Santo Domingo de Miranda. Avilés.

 
En un rincón de la torre,
cubierta de polvo y años,
descubrí hace algún tiempo
una lámpara sin brazos,
el armazón descompuesto,
y los aros abollados.

Regalo de una marquesa,
antes lució en un palacio.
Traté de recuperarla
y darle un significado
para que al verla los fieles
sirviera de evangeliario.

Hoy preside nuestros cultos,
su luz de cobre irradiando,
colgada sobre el altar,
prendida de lo más alto
del presbiterio... La llaman
lámpara del Jueves Santo.

Doce luces: tres arriba,
las otras nueve debajo,
en torno a la luz central
que es Cristo resucitado.

Lenguas de fuego en la altura
nos están como anunciando
-pascua de Pentecostés-
la llegada del Paráclito:
el anillo que está oculto
de los tres que están colgados
ya que el Espíritu está
aunque invisible actuando.

Hay tres luces más arriba:
son Pedro, Juan y Santiago
que siempre para el Maestro
fueron los tres más amados
y tres los que en el Tabor
ante otros tres se extasiaron...
También son las tres virtudes
teologales, tres clavos,
y los tres evangelistas
Mateo, Lucas y Marcos
que sinópticos se llaman
porque de Jesús hablaron
siguiendo los tres el mismo
esquema de lo narrado.

Hay una flor de metal
de la lámpara en lo alto
que es símbolo de María.

Bajo esa flor cobijados
los apóstoles y Cristo,
las virtudes, los tres grados
de perfección, los poderes
con que el Papa está adornado...
Acampado entre los suyos,
prolongación del sagrario,
el Verbo unido a María
está por todos rogando
al Padre, que es el primero
de los círculos metálicos.

Hay nueve luces en torno         
del Señor, significando
el candelabro judío,
-menora de nueve brazos-,
sobre la mesa en que Cristo
por última vez cenando
nos dejó su cuerpo y sangre
en vino y pan consagrados.

Y en torno al aro central
hay fijos doce cuadrados
que de algún modo son símbolo
de un curioso apostolado
con los siete sacramentos
en siete surcos grabados.

La luz eléctrica está
recorriendo el candelabro
como la gracia recorre
a quienes han comulgado
uniéndolos a la Iglesia
de Jesús sacramentado.

Quiero ver en esta lámpara
que una mañana temprano
encontré desarbolada
en mi enhiesto campanario...
yo quiero ver en la lámpara
-la que cuelga de lo alto
sobre el altar donde digo
la santa Misa a diario-
quiero ver la Última Cena,
y a Jesucristo alumbrando
el corazón de los fieles
cuando a Dios están rezando.

Quiero ver en ella el símbolo
del misterio sacrosanto
del mismo Cuerpo de Cristo
en la Palabra Encarnado.

Quiero ver y veo en esta
lámpara de Jueves santo
el símbolo de la Iglesia
reunida en el Cenáculo.
                                   Jmf

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