martes, 30 de abril de 2019


SANTA EUTANASIA
Ora pro nobis...
La imagen puede contener: una persona, sentada e interior

Por conseguir un bien mayor se puede sacrificar uno más pequeño. Por conseguir la salvación eterna, siempre a riesgo de perderla por el peligro de caer en pecado o de morir sin la debida preparación pudiendo llevar a cabo una preparación espiritualmente vivida, santamente aceptada y sacramentalmente recibida (la muerte sería un sacramento más), parece lógico desear una eutanasia llevada a cabo cristianamente, mediante la cual podríamos asegurarnos la salvación. Desear lo mejor nunca puede ser un acto malo ni pecaminoso. ¿No damos la vida por otro? ¿Por qué no vamos a poder darla por nosotros mismos? ¿No nos pide el Señor amar como a nosotros mismos? Si el punto de referencia somos nosotros debemos cultivar ese amor a fin de que al compararlo con el del prójimo este no sufra merma, y al dar la vida por nosotros mismos seríamos de igual modo aptos para darla por el prójimo. El fin no justifica los medios si estos son malos o pecaminosos. Pero si los medios son sacramentos, y luego el acto supremo de “morir por...” en este caso por nosotros mismos no se puede aplicar aquí el conocido aforismo. Aquí todo está justificado puesto que el supremo bien, mayor que la salvación no hay  ninguno. Y por ese fin tan noble y divino  cabe el empleo de todos los medios, que sin dañar a nadie a nosotros solamente nos puede beneficiar.


1.-Si  uno puede dar su vida
en un acto de heroísmo
por cualquier causa perdida
¿no podría el suicida
dársela a Dios por sí mismo?

2.-Hoy yo puedo arrepentirme,
pedir perdón, confesarme
y ya en gracia permitirme
una eutanasia..., y morirme
y así, sin pecar, salvarme.

3.-Pues si la mayor empresa
del hombre es la salvación,
y lo que más le interesa
es no ser del Diablo presa
¿no está ahí la solución? 

4.-Morir en  gracia sería
lo que la Iglesia con tanta
fe nos pide noche y día.
Por tanto yo llamaría
a tal eutanasia... santa. 

5.-Si es santo aquel que procura
ir de Ti, Señor, en pos
su muerte, aunque prematura,
dando una gloria segura
¿no le será grata a Dios?

6.-Si Tú optaste por  morir
pudiendo evitar la muerte
y no quisiste vivir...
¿por qué no has de permitir
correr yo tu misma suerte?

7.-Tú has dicho: “El  supremo amor
es morir por los hermanos...”
¿por qué, entonces, es peor
morir por uno, Señor,
en propias o extrañas manos? 

8.-Si he nacido porque sí
y de esa misma manera
puedo decir que viví,
después de ver lo que vi
lléveme Dios cuando quiera. 

9.-Mi buen Dios,  yo quiero verte  
y siempre te estoy rogando
que me digas de qué suerte
puedo adelantar mi muerte.
Mas Dios me dice: ¡esperando! 

10.-Si  es verdad que la aspirina
algunos dolores calma
y hasta a quitarlos atina…
¿habrá alguna medicina
para cuando duele el alma? 

11.-El  misterio de la vida
en la muerte es tan oscuro
que no hay mente que la mida;
cuando busco la salida
siempre choco con un muro. 

12.-Por  eso, tendré saldada
mi deuda con el Señor.
Y que al fin de la jornada
a nadie le deba nada
más que caridad y amor.   
 Jmf 

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